Las depravadas minifalderas provocadoras de los sudores del castísimo prelado que, mira por donde, está situado entre dos de ellas. Menos mal que está firmemente agarrado al báculo de la fe.
Al obispo de Solsona, Xavier Novell, le ponen berraco las adolescentes
minifalderas.
En la celebración de la misa de confirmación de los y las jóvenes
que aparecen en la foto, el “monseñor”, al final de la misma, de manera pública,
amonestó la vestimenta “inadecuada” que llevaban tres de las confirmantes.
“Al final de la celebración
lo dije públicamente, para corregirlas y recordar a todos los fieles que en la Iglesia se tienen que
evitar los vestidos inadecuados”, explicó el obispo en Facebook, que aseguró que muchas
personas le felicitaron por sus palabras porque también a ellos les pareció
escandaloso la manera de vestir de aquellas chicas.
El señor obispo es un
mocetón de tan solo 42 años y es natural, por muy consagrado a su dios que esté,
que la visión de jóvenes mujeres intentando llevar ropas de verano para
combatir el calor le alteren su bioquímica hormonal y se le remueva una parte
muy importante de su condición humana. Y aceptar esas sensaciones emocionales
sería lo más normal del mundo si después no intentara justificarlas.
¿Justificarlas, de qué
modo?. Señalando con el dedo públicamente a las, seguro, avergonzadas
jovenzuelas para corregirlas por no llevar vestidos adecuados.
¿Inadecuados, para
quién?... Descartemos a la divinidad porque ya sabemos que ésta es inmutable y
no se asusta porque sus criaturas femeninas de la especie humana lleven
minifaldas. Digamos, que aquellas minifaldas eran “inadecuadas” para la reprimida
libido del sr. obispo que, para mayor disimulo, lo expuso públicamente para que
no cupieran dudas de que él es un puro y casto varón. Inadecuado para el
meapilismo militante que, aunque son minoría, tienen su peso específico en toda
parroquia que se precie y no conviene soliviantarlo porque si no se quedan sin
claca asistente.
¿Ha tenido en cuenta
el sr. obispo, con su reprimenda pública el daño moral que ha causado en estas
adolescentes? Solsona es un pueblo de la provincia catalana de Lleida de poco más
de 9.000 habitantes por lo que directa, o indirectamente, casi todo el mundo se
conoce, o tienen referencias unos de otros. Imagino la cantidad de chanzas y
chascarrillos que habrán surgido en la población a causa de la puritana gracieta
de su prelado. Si yo fuera el padre de una de estas chicas estaría muy molesto
con la incontinencia pública verbal de este clérigo por muy obispo que sea. Si
quiere cumplir con su trabajo de represor de moralinas trasnochadas lo más
adecuado hubiese sido que se hubiese dirigido a las jóvenes feligresas en
privado. Pero como ese no era el caso, sino que lo que pretendía era justificar
su santurronería alterada por la visión minifaldera al resto de carcas solsoneses,
tuvo la cobarde ocurrencia que decirlo públicamente y, hoy, todos los medios de
información se hacen eco del suceso.
Parecía que la reaccionaria moral
de los más o menos centímetros de falda estaba ya desterrada, que eran cosas
del franquismo trasnochado, pero qué va, nunca falta una excepción que confirme
la regla de la secular hipocresía eclesial.
Es de suponer que
estas chicas habrán pecado, según las estrictas normas canónicas de la santa
madre iglesia. Porque señalar la falta y no sacar tarjeta amarilla quedaría
fuera de lo que dice el reglamento. Igual espera el sr. obispo que vayan a
confesarse con él. ¿Y él con quién se confiesa?, porque muy limpia no tendría su
mente, con tanta moralina gratuita.
1 comentario:
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