Juan dijo...
Empecemos comentando esta afirmación de Johnny (dejando para más adelante, si procede y hay tiempo para ello, la respuesta al señor Alfonso, al que no debo felicitar por su perspicacia a la hora de identificar a quien escribe aquí. En todo caso, me encanta observar sus sucesivas reacciones especulativas sobre mi identidad, mientras reflexiona y compara, después de haberse dejado llevar, inexitosamente, por sus impulsos a la hora de identificarme):
Copias el post, lo pegas en el word y te fijas en las palabritas en rojo y zás!!! ya tienes las faltas.
Sea. Tomenos, por ejemplo, el texto alfonsino:
todos sabemos de quien se trata
Porque tu lo vales
a pensadores como tu
Porque tu eres el adalid
como a mi me viene grande
a quienes si la tienen.
Que es, justamente, el que he analizado gramaticalmente en un mensaje anterior. Realicemos ahora las operaciones o acciones sugeridas por Johnny:
a) Copiemos los textos. Copiados.
b) “Peguemos” dichos textos en el Word. Pegados están.
c) Fijémonos en las “palabritas en rojo”.
Pero ¿qué ocurre? ¡Cáspita, no hay “palabritas en rojo”! ¿Se habrá vuelto loco el Word?
En absoluto. Lo que acontece es que el Word carece de inteligencia: la suficiente para detectar, por el contexto, qué tipo de vocablo, voz, dicción o término estamos usando y, en consecuencia, proceder a analizarlo ortográfica, semántica o sintácticamente. Este es el caso. Te las lucido, amigo Johny.
A mayor abundamiento, y para demostrar que acudir al Word no suele resolver problemas gramaticales importantes, tomemos este texto sinsentido (como ejemplo de “expresión que no nos resulta familiar”):
El cuerno fagocitaba el puerta clase lo nada menos de.
Relicemos las acciones sugeridas por el “gran intelectual e historiador de las ideas”, Johnny:
a) Copiemos el texto. Copiado está.
b) “Peguemos” el texto en el Word. Ha sido pegado.
c) ¿Observamos algo (no solo “palabritas”) en rojo (salvo la ideología de los proponentes)? En absoluto.
Pero ¿cómo es posible que esta maravilla de la tecnología informática, de la Inteligencia Artificial, el procesador de textosWord, no haya sido capaz de detectar el sinsentido de esta frase, que no dice nada? Misterios de la realidad, que quizá nuestra cima especulativa, el señor Johnny, con su amplia erudición, nos resolverá.
Juan dijo...
Texto erróneo:
Relicemos las acciones
Texto corregido:
Realicemos las acciones
Juan dijo...
Alfonso, me acuso de haber realizado un experimento psicológico contigo. En mi primer mensaje incluí expresiones que sabía ibas a identificar como procedentes de otra persona, y me divertía observando tus reacciones, tus dudas, tu progresiva apertura a la verdad, tu proceder casi detectivesco, tratando de establecer la autoría de los mensajes. Pretendía llevar este juego más allá de unos pocos días.
Ha sido un placer experimentar contigo, y espero que no te haya molestado. En el fondo, estimado amigo, eres como un niño, y algunos de tus exabruptos han de ser disculpados, por tu carácter a veces infantil e histriónico.
En resumidas cuentas y tú mismo así lo corroboras: Simplemente has ejercido de troll friki-católico que no ha tenido otro mérito que intentar corregir las faltas gramaticales de los demás dentro de ese estilo de gilipollas presuntamente erudito tan propio de los de tu grey, aderezado, eso si, con una buena retahíla de exabruptos y muy católicos insultos para que no se diga que el muchachote no sabe ofender, a pesar de que su maestro, que según ellos es la mansedumbre personificada a imitar siempre y en toda circunstancia, se lo prohíbe. Pero para eso está la confesión y los golpes de pecho ¿verdad? ¿El “me acuso” que me diriges, que suele contener en su enunciado la cualidad del arrepentimiento, también se lo plantearás a tu confesor? Dudo mucho que tu hipocresía, tan perfectamente aprendida en tu católica formación, te permita hacerlo.
A sabiendas ya en los primeros compases de que no eras Juanjo, porque su caletre no da para tanto y no hay más que darse una vuelta por sus escritos llenos de simples faltas de ortografía y semánticamente pobre, para corroborarlo, tanto daba quien fueses. Lo que quedaba patente, señor “experimentador psicológico”, es que se trataba del “enterao” de turno que escondido cobardemente en el anonimato le hacia gracia suplantar la personalidad de un congénere inferior, a quien ha despreciado asquerosamente para supuestamente hacer un “experimento psicológico”.
Supongo, que salvo el mapilismo militante que lea estas líneas el resto de personas se estarán partiendo el pecho de la risa por la graciosa y ocurrente justificación que das con eso del “experimento psicológico”. Cuando queréis, y son muchas las veces, os ponéis de un patetismo soberbio que raya la estupidez más estudiada.
Y, por último, me perdona la vida con lo de que soy como un niño y se me han de perdonar algunos de mis exabruptos por mi carácter infantil e histriónico (aquí podéis reíros todo lo que queráis).
Joder con el “psicólogo”. Me tiene calado el muy ladino. Hay que ver lo que da sí el empacho de dogmas, la auto-castración mental y física, los cuentos de la vieja que le explica su director espiritual para que siga el camino de santidad y el rito diario, o semanal, del canibalismo que ejerce sobre su dios. Como decía uno de los curas del chiste de la entrada anterior, cuando el otro le comentaba que cómo (los católicos en general) podían caer en conductas tan deplorables, le contestaba que posiblemente sea porque tanta absolución no puede ser buena. Y efectivamente es así. Esa rueda de ahora peco (estoy sucio), ahora me confieso (estoy limpio), y así hasta la saciedad no debe ser muy sano. ¿O será que mi carácter infantil me engañó cuando llegué a la consideración de que no me hacían falta dioses pre-fabricados, ni nadie a quien contarle y que perdonara lo que es de mi incumbencia y responsabilidad, eliminar de mi cerebro los miedos inducidos por los “santos temores” de ofender lo que por definición tendría que ser inmutable, no atiborrarme de normas y preceptos a cual más extravagante con tal de agradar a un supuesto ser supremo que me juzgará, no por la responsabilidad personal de mis actos como digo, sino por el incumplimiento del listado de las chorradas inventadas durante siglos por sus sectarios y "expertos representantes”?
A lo mejor, psicólogo de pacotilla, tienes razón, y he conseguido hacerme como niño al eliminar toda esa superflua quincallería pseudo-religiosa que, sin solución, te tiene todavía a ti el coco absorbido. Según el consejo de tu maestro, hacerse como niño es imprescindible para entrar en el reino de los cielos.
¿Tú también has seguido el ejemplo de hacerte como niño?