“En tiempos del obispo Fray Martín de
Córdoba, se levantó una gente en Extremadura, en la ciudad de Llerena y pueblos
comarcanos, que, engañadas en las leyes bestiales de la carne y nueva luz que
fingían, persuadieron a los simples ignorantes ser el verdadero espíritu errado
con que querían alumbrar las almas de sus secuaces. Por eso se llamaron
“alumbrados”.
Esto
escribe, durante la segunda mitad del siglo XVI, Fray Alonso Fernández
refiriéndose al movimiento de los “alumbrados”, secta mística que fue
perseguida por considerarse herética.
¿Qué
delitos comete esta secta? Al igual que los priscilianistas gozan pública fama
de virtuosos. Como ellos desprecian las jerarquías, se entregan a la oración
mental, se rodean de mujeres, y consiguen que su doctrina prenda en
determinadas cabezas jerárquicas, que les protegen. Son gnósticos que se
atribuyen conocer, sólo ellos, los caminos de la virtud verdadera, así como la
verdadera forma de orar.
Pero
Fray Alonso adivina que, bajo la capa de religiosidad, trabaja una carcoma a
punto de roer los cimientos del catolicismo. Piensa que es el demonio,
camuflado por Dios, el que inspira los actos de los Alumbrados, y que las
cabezas de estas herejías son magos y hechiceros que han establecido pacto con
Belcebú.
En
sus Memoriales Fray Alonso desgrana las normas por las que se rige esta secta.
Gustan sus maestros de jóvenes doncellas, por ser las viejas “duras de cerviz”. Apartan a las jóvenes
de estar con sus padres, a las casadas con sus maridos, “con lo cual desconciertan todos los estados y son perniciosos a la
vida y policía cristiana”.
Pero,
dentro de las diferentes normas de conducta del herético movimiento, lo que más
obsesiona a Fray Alonso es la carne. Los Alumbrados, dice el fraile, utilizan
la magia para la posesión carnal de las mujeres y utilizan al demonio, que
acude en su ayuda, introduciéndose dentro de las beatas, encendiéndolas “terriblemente en deseos de carne con tan
grande opresión que les hace ir rabiando a sus maestros a pedir la medicina de
aquellas grandes tentaciones…” Los
maestros las atienden, aplicándolas “el
remedio natural” y las consuelan explicándolas que aquello no es pecado,
sino “regalos de gente espiritual”
Llegado
el ardor a este extremo las beatas, sigue diciendo Fray Alonso, “estando con aquellas bascas y rabias,
buscan a sus confesores, y ellos las besan, las abrazan, y meten las manos a
los pechos y partes pudendas, dándoles a entender y diciendo que aquellos
tocamientos no son pecados, que lo hacen por alegrarlas… Y algunos pasan
adelantes en estos tocamientos metiéndoles la lengua en la boca y tocándoles
las partes deshonestas y echándose en la cama desnudos con ellas.”
Hago
mención de este proceder de los Alumbrados, como ejemplo cierto de que en todas
las épocas la historia de los movimientos religiosos –y el cristianismo no se
libra de ello- ha estado plagado de situaciones parecidas, tanto individual
como colectivamente. La justificación de la propia religión como excusa
espiritual para la práctica del sexo ha estado permanentemente presente entre
muchos de sus adeptos. Y, hoy día -igual que siempre- pululan una serie de
“ministros del señor” de diferentes confesiones cristianas que, con engaños,
extorsiones morales, lavados de cerebros, amenazas de castigos eternos, etc.,
han conseguido los “favores” de todas aquellas feligresas de turno que han
sucumbido a sus cantos de sirena.
Abajo
tenéis una dirección electrónica, extraída del Blog “Soy Ateo”, donde podréis
ver en vídeo como pillan “in fraganti” a un pastor evangélico llamado Álvaro
Gámez Torres, en el que se folla –perdonadme la crudeza- a dos ovejas de su
grey. Las imágenes son totalmente explícitas, sin trampa ni cartón. Los
sermones y cánticos religiosos que se oyen en el fondo, de las gentes
congregadas al otro lado de la habitación donde este pastor consuela
espiritualmente a dos de sus feligresas, son impagables.
1 comentario:
Buenooo!!
Publicar un comentario