lunes, 23 de julio de 2012

OCUPA EL CONGRESO 25 de Septiembre



SOMOS LA MAYORÍA Y NO VAMOS A DEJÁROS PASAR....

Nosotros, personas comunes hartas de sufrir las consecuencias de una crisis que no hemos creado, nos unimos para redactar este manifiesto e invitamos a todos los ciudadanos del Estado a unirse a las reivindicaciones que reclamamos en él.
                                                                                
Consideramos que la situación ha traspasado todos los límites tolerables y que somos víctimas de un ataque sin precedentes que, utilizando la crisis como pretexto, está arruinando nuestras vidas, y cuyos culpables son quienes se han configurado como una oligarquía intocable, con la complicidad de todas las fuerzas políticas representadas en el parlamento, manipulando todos los poderes del Estado para mantener sus privilegios y enriquecimiento desmedido e ilícito. Ya no hay manera de ocultar que vivimos un gigantesco fraude social, con gobiernos que sistemáticamente nos mienten, haciendo exactamente lo contrario a sus compromisos electorales, y que no hay justicia alguna en los tribunales para los banqueros, políticos y empresarios culpables de la situación. Sólo vemos cómo esta casta implanta políticas que destruyen nuestros derechos y vidas, y cómo somos víctimas de una represión injustificable cuando demandamos un cambio en la situación.

Creemos que el problema es de tal envergadura que su solución ya no pasa por los habituales mecanismos del sistema político, establecidos por esa casta para hacer de nosotras, las personas, lo que les parece y por ello, en consecuencia exigimos:

- La dimisión del gobierno en pleno, por engañar al país de modo inconcebible y llevarnos al desastre, así como la disolución de las Cortes y la convocatoria inmediata de elecciones generales.

- Que esas elecciones generales sean para convocar una Asamblea constituyente, a fin de redactar una nueva Constitución, con la participación de todas las fuerzas políticas del país, pues no reconocemos validez alguna a la actual Constitución, redactada por una camarilla a espaldas del pueblo, y que consagró la dominación de los herederos del franquismo y quienes pactaron con ellos. Ha de ser el pueblo quién determine el modelo de Estado en el que quiere vivir, cosa que no sucede con el actual, que nos fue dado por esa camarilla y que responde exclusivamente a sus intereses.

-Una auditoría de la deuda pública de España, con una moratoria del pago de la deuda hasta haber delimitado claramente las partidas que no han de ser pagadas por la nación, pues han servido a intereses privados que utilizaron al país para sus propios fines y no los del conjunto de la ciudadanía española. Igualmente, exigimos el procesamiento de todos aquellas personas que se demuestren sospechosas de tales maniobras, y que respondan con sus bienes en caso de resultar condenados.

- La reforma de la ley electoral, a fin de represente verdaderamente la voluntad del pueblo soberano, cosa que no sucede de ninguna manera con la actual.

- La derogación inmediata de todas las reformas llevadas a cabo por el Partido Popular, pues no sólo son un desastre para el país, sino que han sido impuestas a traición de la voluntad democrática del pueblo.

- Una reforma fiscal justa, que haga pagar más a quienes más tienen. Igualmente, exigimos la derogación de la amnistía fiscal decretada por el gobierno, cuya injusticia es una verdadera burla a los contribuyentes honrados.

- La abolición de todos los privilegios de quienes ejercen responsabilidades políticas, y la implantación de mecanismos de control férreo del desempeño de sus funciones.

- La paralización inmediata de todos los desahucios, y la puesta en alquiler a precios baratos de las viviendas en propiedad de los bancos y cajas que ha sido ayudados con fondos públicos

- El reparto del trabajo existente entre todas, pues es una enorme falacia que haya que trabajar más, falacia sustentada en la avaricia de los grandes intereses y contraria a los de la gente común.

Por todo lo expuesto convocamos a la ciudadanía el día 25 de Septiembre de 2012 a manifestarse de forma indefinida en las puertas del Congreso hasta conseguir la dimisión del Gobierno y la apertura de un Proceso Constituyente, haciendo de este, el llamamiento de unión de todas las luchas por una Sociedad más justa.

Somos la inmensa mayoría, somos el pueblo, tenemos razón, y no vamos a dejaros pasar.

Este es el manifiesto que recorre la red y que puede, a pesar de sus lagunas y carencias, servir de principio de intenciones básicas donde se fundamente las exigencias que la auténtica soberanía popular puede imponer ocupando la calle con coraje, decisión y voluntad de ser la protagonista de los necesarios cambios sociales, políticos y económicos que acaben de una vez por todas con este injusto estado de cosas.

Pero, la sola aglomeración de miles de personas va a servir para bien poco si únicamente nos limitamos a la mera contemplación, discusión estéril, y celebraciones de actos y/o actividades varias, más encaminadas a entretener al personal que a sacar del movimiento creado el provecho conveniente sobre los objetivos fijados. Y eso lo saben los gobernantes, y con eso cuentan.

Nadie puede ignorar, a estas horas, que desde lo despachos de los ministerios competentes ya se esté maquinando el modo y la manera de convertir esta posibilidad de auténtico cambio popular histórico en un simple gruñido más de la plebe, que va a ser espantado con todos los medios de coacción de que el estado dispone, minándolo desde la raíz y destruyendo en lo posible su desarrollo.

Creo que el movimiento tendría que estar dotado de la asunción de la conciencia individual, para después tornarse en colectiva, no sólo de esa presencia en la calle, con sus consignas y reivindicaciones expresadas en diferentes formas y por diferentes medios, sino de la actitud global consensuada de que toda esa contestación se vaya convirtiendo en una auténtica tendencia de desobediencia civil, de resistencia eficaz de no dejarse engatusar por los resortes que la sociedad de consumo nos impone de mil maneras posibles, y en las que caemos una y otra vez sin que nos demos cuenta.

No es sólo la presencia masiva en la calle lo que realmente tendría la virtud de trasladar nuestro miedo como clase trabajadora a la clase oligarca que nos explota y manipula, sino la negación de no dejarse pasar por el aro en la adquisición de los cuarenta mil artículos que después, esa misma élite financiera nos pone como carnaza para satisfacer nuestras ansias de modernidad y estar a la última. Ese irse desembarazando de la miríada de productos con los que han ido engatusando durante décadas a las clases populares, volviendo a formas más naturales y sencillas en nuestros hábitos de consumo y relación, en el intercambio de los mismos, aprendiendo a ejercer profesiones que prácticamente ya casi se perdieron para siempre, es lo que realmente pondría en un brete emocional a los que desde arriba nos miran con displicencia, por causa del terror que les causaría que esa masa, fácil de reprimir con los medios que el estado dispone, hayan buscado fórmulas de participación social más directas y equitativas, y estén utilizando medios de convivencia y de relación más justas y solidarias.

Porque puede ser un gran fracaso si realmente no se van dando pasos en esa dirección, por difíciles y utópicos que parezcan. Porque esa reacción y comportamiento social de prescindir de los señuelos consumistas en aras de alternativas más sencillas y naturales es lo único que realmente puede hacer echar a temblar a los que viven de ello. Eso si que conseguiría hacer caer los dichosos mercados, que no es otra cosa que la expresión eufemística de lo que siempre ha sido el gran capital.

No hay cambio sin revolución. Y entiendo que la gran revolución empieza por uno mismo, en la modificación de actitudes, comportamientos y aspiraciones. Saldremos a la calle, nos juntaremos no se cuantos miles a dar voces y blandir pancartas, acamparemos si es necesario, y al final todo el mundo se irá para casa con su móvil de última generación, las zapatillas de marca, las ropas de tal o cual modelo, a echarse unas partidas con consolas carísimas… y un largo etcétera de los señuelos consumistas que desde arriba “los mercados” nos imponen. Y, como siempre, seguirán frotándose las manos los de siempre, mirando con cínico paternalismo la necesidad de que, de vez en cuando, salgamos a la calle a patalear y desfogarnos un poco… pero, tranquilos, que mañana saldrá no se qué modelo de nuevo artilugio que compraremos con la fruición del buen domesticado.



3 comentarios:

Anónimo dijo...

"Nosotros, personas comunes...". ¿Quien se hace responsable de esta convocatoria?.
Comparto lo que se dice, pero no me gustaría asistir a un acto de la extrema derecha o de los reaccionarios de izquierdas, que es lo que suele ocurrir cuando la convocatoria es anónima.

Alfonso dijo...

Pues esa es la duda que tenemos todos.

El evento es lo suficientemente serio y transcendente como para que haya un amplio consenso detrás de fuerzas sociales y políticas, y, sin embargo, a estas alturas, sólo hay confusión. De ahí también mis dudas. Podría ser que hasta fuese una maniobra interesada de elementos cercanos al propio gobierno, en su intento de justificar socialmente la toma de la calle por las fuerzas de seguridad del estado.

En fin, veremos qué sucede en los próximos días, pero, sinceramente, me huele a cuerno quemado. Esto es muy serio y no se puede tomar ni hacer a la ligera para después justificar la reacción gubernamental.

Alfonso dijo...

1.350 antidisturbios va a emplear el gobierno para acordonar el parlamento, así como el control e identificación de toda persona que se mueva por sus inmediaciones.

No está mal. Se les ha apretado el esfinter anal a esta pandilla de vendidos al capital merkeliano. Por algo se empieza. Me es grata la sensación de que el miedo puede cambiar de bando...