Logos77 dijo:
"¿Y quién te dice a ti que si realmente existe algún dios éste sea tal y como tú lo imaginas, como para estar segura de que será tu incondicional aliado, fulminando, por tanto, a quienes no tienen la misma idea de él que tienes tú?"
No es que me lo imagine, sino que tenemos el testamento fidedigno el cual no se puede ignorar porque nos conviene. Hay una forma de saber la verdad, pero para ello hay que querer saberla. Si buscamos excusas desde luego no llegamos a ningún sitio, sino a confusión.
Os pasa que no os habéis tomado el tiempo de investigar a fondo el tema. Es más cómodo seguir como estáis y vivir cada uno haciendo su propia filosofía, y eso puede que os vaya bien por un tiempo, pero llegará el día que os enfrentéis al final del camino y a fuerza de rechazar la luz una y otro vez ya no tengáis modo de salir del pozo de oscuridad.
Estáis haciendo lo mismo que los que juegan a la ruleta rusa.
Piénsalo. Saludos
"¿Y quién te dice a ti que si realmente existe algún dios éste sea tal y como tú lo imaginas, como para estar segura de que será tu incondicional aliado, fulminando, por tanto, a quienes no tienen la misma idea de él que tienes tú?"
No es que me lo imagine, sino que tenemos el testamento fidedigno el cual no se puede ignorar porque nos conviene. Hay una forma de saber la verdad, pero para ello hay que querer saberla. Si buscamos excusas desde luego no llegamos a ningún sitio, sino a confusión.
Os pasa que no os habéis tomado el tiempo de investigar a fondo el tema. Es más cómodo seguir como estáis y vivir cada uno haciendo su propia filosofía, y eso puede que os vaya bien por un tiempo, pero llegará el día que os enfrentéis al final del camino y a fuerza de rechazar la luz una y otro vez ya no tengáis modo de salir del pozo de oscuridad.
Estáis haciendo lo mismo que los que juegan a la ruleta rusa.
Piénsalo. Saludos
Hay una cuestión, Logos77, que se desprende claramente de la mayoría de tus intervenciones, siendo el nudo principal de tu alienante y fanatizado pensamiento al servicio de la rígida y dogmática doctrina en la que estás inmersa, y ésta es la seguridad, junto con el deseo, de que cualquier creencia y comportamiento que no se encuentre en la línea de tu percepción religiosa será automáticamente castigada eternamente por ese exclusivo e indecente dios que tienes a tu servicio.
Nunca sabrás explicar más allá de frases
totalmente ambiguas y subjetivas como “que tenemos el testamento fidedigno el cual no se
puede ignorar porque nos conviene”, “hay una forma de saber la verdad pero para
eso hay que querer saberla” y otras frases de corte parecido que, para ti, y
para otros, que han entrado en ese camino de acrítica autosugestión, aceptado
los delirios imaginarios de creeros los únicos garantes de la interpretación de
ese “testamento fidedigno”, repito, salvo afirmaciones de ese corte, típica de
“alumbrados”, vuestra capacidad de convicción a través de argumentaciones con
cierta bases de discurso racional es absolutamente nula.
Yo creo, que esa insistencia en recordarnos
constantemente que nos vamos a condenar al infierno viene dado por un claro
condicionamiento enquistado en la psiquis de nuestra fanatizada evangelista. Es
una auténtica obsesión la que trasluce en su argumento constante de que la
misma seguridad que ella tiene en su salvación, otros, por no pensar como ella,
están irremediablemente condenados al sufrimiento eterno.
Supongamos que, efectivamente, existe un dios
creador del universo, que hizo al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza
pero con las limitaciones propias de su humanidad, que les dotó de libre
albedrío para que a través de la inteligencia y la voluntad fueran descubriendo
todas aquellas cosas que le fueran buenas y provechosas, y que, al final de sus
días, el alma, la parte espiritual de sus curiosas e inquietas criaturas fueran
a rendir cuentas ante la divina presencia de su creador, para pasar el examen
que los haga, o no, merecedores del cielo y su disfrute eterno.
Sigamos suponiendo que la fuerza suprema del
universo es, de verdad, comprensión y bondad infinitas, conocedora de las
dificultades y múltiples limitaciones de sus inteligentes criaturas, de los mil
avatares y condicionamientos que pueden influir en sus creencias y comportamientos,
de los grandes gestos de heroicidad y de las grandes villanías de que son
capaces. Reconoce al ser humano en toda su integridad porque para eso es
omnisciente, y acepta al ser humano en toda su dimensión porque para eso es
infinitamente bueno y misericordioso.
Supongamos que de la aplicación de esas
omni-cualidades a la compleja realidad existencial de los hombres y mujeres
como seres semi-acabados, aun imperfectos, nos sitúa y ofrece dentro de la
nueva dimensión alcanzada tras la muerte física, la posibilidad de que sigamos
aprendiendo y evolucionando para ir puliendo aquellas actitudes y pasiones que
nos impiden reconocernos como miembros vivientes integrantes junto a otras
realidades participantes de su creación.
Es decir, que no hay infierno. Es decir, que
en ese aspecto no podrá contentar el psiquismo de Logos 77 y su deseo de que
todo aquél que no se ajuste a sus presupuestos doctrinales tendría que ser
irremediablemente condenado a las calderas de Pedro Botero.
Menudo disgusto que se iba a llevar si su
dios no se ajustase a los principios doctrinarios que ella misma, como tantos
otros cristianos ávidos de que su esfuerzo por serlo implique, como
compensación, que los demás que no lo son fuesen finalmente condenados. Sería
capaz de renegar de ese magnánimo dios que sigue dando oportunidades a sus
criaturas y de exclamar que para ese viaje no se necesitaban alforjas. Igual,
hasta sería capaz de recitarle a dios algunas de sus citas bíblicas para que
reconociera sus palabras a ese respecto. Posiblemente le respondería: ¿No han
sido escritas por hombres? Pues ya sabemos lo proclives que son al error y a
las interpretaciones interesadas.
Me he permitido este pequeño ejercicio
imaginativo como alternativa al tétrico y vengativo mensaje de Logos77, que
para seguir dando cuenta de sus deseos e intenciones, en el paroxismo de su
indecente y retorcida mente, llega a comparar nuestras vidas como la de quien
juega a la ruleta rusa.
Tu prepotencia y falta de caridad es bastante
asquerosa, Logos77.
Y encima dice que lo “pensemos”. De ese modo,
no, desde luego.
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