A PETICION DE GUERRERA DE LA LUZ

Martes 19

Estimados amigos,

No hay palabras que puedan describir la catástrofe. Como suele suceder, la pobreza y las carencias básicas multiplican los daños de los fenómenos naturales. Lo que en otros países sería una tragedia, en Haití es el acabose. Una nación cuya historia es una secuencia interminable de desgracias en la que se entremezclan abusos colonialistas, ocupaciones militares, saqueos de recursos, devastación forestal o huracanes, ahora, como acorde final de una trágica partitura, un terremoto que aniquila miles de vidas y termina por destruir lo poco construido. La miseria se convierte en nada. Al dolor y la falta de medios básicos se suma la certeza de que dentro de pocos días, los medios de comunicación, los políticos, casi todo el mundo, comenzarán a olvidarse de los haitianos, otra vez librados a su propia y terrible suerte.

La mayoría de los materiales usados en la construcción de edificios son de mala calidad. Paredes de bovedillas mal construidas, pobres en cementos. Ausencia de forja, o de minima resistencia, en edificios de varias plantas. Escasa cimentación. No es buena para suelos sísmicos, pero peor es que sea escasa teniendo en cuenta la falta de calidad de las construcciones. Los edificios así botan como si fueran pelotas por los propios saltos que da el suelo cuando pasan las ondas sísmicas.

Salvo edificios oficiales, religiosos y los de algunas grandes empresas o comercios, las construcciones son precarias y la mayoría de las viviendas están hechas de chapas, maderas o cartones. Me contaron que hace poco más de un año una escuela se derrumbó sin terremoto alguno provocando casi un centenar de muertos, la mayoría de ellos niños. Imaginemos el efecto del sismo y sus réplicas. Cuando la Naturaleza golpea a la pobreza, los daños y el dolor se multiplican.

Los edificios que aun siguen en pie presentan las grietas típicas, en forma de aspas, de los latigazos que las ondas sísmicas provocan de un lado a otro.

Como digo, es una constante la utilización de materiales de desecho reciclados para construcciones no aptas.

Puerto Príncipe está totalmente arrasado. Las pocas viviendas semihabitables carecen de servicios. Parece que haya sido sometida a un bombardeo intensivo.

La magnitud del desastre es proporcional al grado de empobrecimiento, producto del saqueo de 500 años.

La tragedia del desamparo humano es acongojante. Gentes que deambula por todas partes, sucios, harapientos, con heridas de mayor o menor consideración, en muchos casos mal curadas. El hacinamiento de centenares de personas en campamentos hospitalarios habilitados como se ha podido realmente impresiona. Tienes que tenerlos cuadrados para acercarte a ellos y no derrumbarte ante tanto dolor y necesidad. Cada persona, o grupo familiar allí reunido, es una tragedia en si mismo. Yo ya no tengo nada de los objetos personales que llevaba y a los compañeros de la empresa les ha pasado lo mismo. No es que nos los hayan quitado, simplemente hemos ido repartiendo lo que teníamos, impotentes por no poder dar mas. Como el regreso a España lo tenemos asegurado no nos hace falta el dinero que hemos invertido en comprar cosas de primera necesidad para intentar ayudar a la gentes mas inmediata a nosotros, canalizado por algunas instituciones y ordenes religiosas que están arrimando el hombro admirablemente.

Me encuentro con un dilema que corre de boca en boca entre los cooperantes y muchos medios informativos. ¿Qué planea EE.UU. en Haití?

Washington despacha al destructor "Higgins”, a dos buques de guerra equipados con misiles dirigidos y a tres buques de asalto anfibio

Según parece, EE.UU. enviará en los próximos días nuevas dotaciones militares a Haití, entre ellos, como digo, varios buques de guerra y helicópteros, lo que hará que se multiplique su presencia militar de 1.000 a 10.000 soldados antes del lunes, según el jefe del Estado Mayor Conjunto, almirante Mike Mullen.

Gates dice que no cree que los haitianos vean a los soldados estadounidenses como ocupantes sino como un “alivio”. Esto es exactamente lo mismo que decía Donald Rumsfeld cuando invadieron Irak.

Mientras países como México, Reino Unido, Argentina, Uruguay, Venezuela, Nicaragua y otros, como el nuestro, envían a sus equipos especializados en catástrofes naturales para colaborar con la sociedad haitiana, Washington despacha al destruido país un ingente material de guerra.

El presidente Barak Obama anunció 100 millones de dólares en ayuda humanitaria para Haití, pero no lo hizo rodeado de sus asesores en materia social y humanitaria, lo hizo rodeado de su gabinete de guerra. Lo primero que habrá que entender es que esos 100 millones no deben ser para ayuda humanitaria sino para solventar los gastos de movilización militar anunciados (¡10 mil soldados!)

No sé qué buscará Estados Unidos en Haití, pero sí sé que sus intenciones (como siempre y en virtud de estos elementos) no pueden ser santas. Si yo fuera el Ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba, no estaría distraído ni un minuto. Nunca se sabe qué es lo que se puede esperar de estos buenos muchachos, no vaya a ser que aprovechen la ocasión para hacer un “tour humanitario” por Cuba con sus destructores y buques de asalto con miles de soldados a bordo.

Y, cuidado, que el gobierno de Cuba acaba de permitirle a Estados Unidos realizar vuelos humanitarios sobre su territorio para ayudar a la población haitiana. No vaya a ser que los halcones de Washington aprovechen la oportunidad para llenar de bombas algún avión, informar que traslada suministros y bombardear a la mayor de las antillas.
Nada de esto parece lo más probable, pero… se comenta en todos los grupos internacionales destacados en la isla.

Miércoles 20

Vaya susto el de esta mañana. Serían sobre las seis, me había levantado hacia poco, y fuera de la tienda de campaña donde dormimos me disponía a lavarme un poco la cara y tratar, con un trapo húmedo, de quitarme el polvo acumulado en el cuerpo (aquí, las duchas es un lujo imposible). De pronto empezó a oírse un rugido lejano que se fue haciendo más fuerte a medida que iba contemplando, en dirección al mar, como todo empezaba a moverse. Al pasar la onda sísmica debajo de mis pies me arrojó al suelo como si fuera un muñeco. Y tendido en él boca abajo botaba como una pelota de goma de un lado a otro a consecuencia del típico vaivén del tren de ondas. Tuve la sensación de que duró una eternidad. Al estar bocabajo trataba de separar mi cuerpo del suelo con las palmas de las manos en el intento de amortiguar los impactos de los rebotes que, sobre todo en el pubis y las rodillas, son impresionantes. Es un ¡¡¡ayayayayay!!! continuo y tienes que abrir la boca para ese desahogo del daño que recibes y se te van metiendo tierra y piedrecitas en ella, que, además, al rebotar se te van clavando en todas aquellas partes del cuerpo descubiertas. En mi caso, solo llevaba puesto en esos momentos un pantalón corto mientras me lavaba, por lo que tenia la sensación de que me estaban picando un enjambre de abejas. Cuando pasó levanté la cabeza y vi la tienda de campaña que se había hundido sobre los que aun estaban dentro. No hubo heridos de consideración, cosa que nos alivió, pero estábamos todos blancos como la cal del susto que representa vivir una cosa así. En el ambiente quedo una polvareda como si hubiera pasado una manada de búfalos, que persistió durante muchos minutos. De nada me sirvió haber intentado minutos antes quitarme el polvo, y menos ahora ya que el poco de agua que disponía estaba toda derramada por el suelo. Después vino la sinfonía de réplicas cada vez más tenues, pero que te acojonan igualmente, no ya tanto por el sismo en sí, sino porque está todo tan derruido que temes se te caiga cualquier cosa encima.

El hedor es ya casi insoportable y las grandes máquinas han empezado las tareas de demolición y desescombro. Se están abriendo gigantescas fosas comunes para ir enterrando las decenas de miles de cadáveres acumulados por todos lados. Contemplar estos montones de gente muerta te desgarran por dentro como no podéis imaginar. La desolación es total, y maldices una y otra vez el derroche, el gasto desorbitado y la opulencia de tantos mal nacidos, sean políticos, financieros o líderes religiosos incapaces de tener el más mínimo sentimiento de solidaridad con los desgraciados del mundo, sean haitianos o de cualquier otro país. Te das cuenta de que los verdaderos sentimientos humanos empiezan por el que menos tiene, capaces de estar horas y horas tratando de aportar toda la ayuda que pueden en el intento de paliar tanto daño y miseria. Decía mi abuelo que aquél que “le duela” la gente nunca hará dinero, que era imposible hacerse rico si escuchabas a tu corazón antes que a tu cabeza. Y tenía toda la razón del mundo.

Ya están aquí los “salvadores del mundo”. Yankilandia, se puede decir, ha invadido militarmente Haití. Todo un ejército de 11.000 soldados dotados con todos sus pertrechos de guerra. El cabreo entre los cooperantes y muchos haitianos es monumental. Con la excusa de evitar saqueos y pillaje (que los hay) han impuesto la ley marcial de manera tácita. No puedes ir a ningún sitio si antes los pupilos del Tío Sam no te dan permiso, o te escoltan, que parece que te lleven preso. No niego que la ayuda humanitaria es grande, pero veremos a ver a qué precio.

Yo regreso mañana jueves 21. Mi labor de representación administrativa terminó. La empresa me devuelve a la península. Mi deseo sería quedarme aquí a pesar de los inconvenientes y dificultades y poder seguir echando una mano en lo que hiciera falta. Pero no va a poder ser. Queda el equipo de especialista, aunque otra mucha gente (bomberos, sobre todo) ya ha vuelto a sus países de origen. En ciertos aspectos ya no se puede hacer más. Es raro encontrar aun gente con vida entre las ruinas. Es la hora, como digo, de las excavadoras y de los equipos de demolición.

Le deseo lo mejor a este país y su gente. Esperemos que las aves de rapiña que están esperando sacar tajada de todo esto, al menos, a partir de ahora, sean un poco más “generosos” con un pueblo vapuleado desde todos los órdenes. Que así sea.

Hasta aquí GL un resumen de lo que he ido encontrando en las diferentes intervenciones de los comentarios de distintos blogs de mis amigos/as. Seguro, porque lo recuerdo, que me dejo muchas cosas mas. Pero creo que lo expuesto resume suficientemente una experiencia que hubiese deseado no haberla tenido que vivir nunca.

Si no he hablado mas de ello es porque de estas cosas no se presume. Me toco vivirla por motivos profesionales y cumplí con mi trabajo. Las muchas horas libres que tenía las dedique a ayudar como podía. Conocí a un buen número de cooperantes y para nada importo si eran religiosos, creyentes o no. Todos estaban movidos por un mismo motivo: poner a disposición de aquellas gentes todos los conocimientos y recursos de que disponían.

Comente con algunos profesionales haitianos, gentes con formación y cultura, el tema de las prácticas religiosas de la isla y su relación con ritos satánicos, así como que según opinaban alguna gente religiosa integrista del cristianismo en general, que las desgracias ocurridas eran como consecuencia de esto, por ser un país consagrado al demonio. Y se te quedaba mirando con cara de asombro para después echarse a reír y hacer comentarios con amargura, del estilo de que los únicos demonios que conocen son lo de carne y hueso que tanto daño han hecho al país por causa de ese expolio constante de sus recursos.

Recuerdo haberte hecho algún comentario al respecto de esto ultimo en alguna ocasión, obteniendo, entonces, como respuestas tus clásicas sornas y salidas de tono. Pero, conociéndote, entraba dentro de lo “normal”.